A Alexander, escritor griego habitante de Tesalónica, le quedan unos pocos días de vida y se enfrenta al dilema de morir como un extraño de sí mismo y ajeno a los demás, o bien aprender a amar, comprometerse y relacionarse con la gente que le es cercana. Tras optar por esta segunda vía, Alexander lee las cartas de Anna, su esposa fallecida, y se prepara para abandonar la casa junto al mar que siempre ha sido su hogar.
En Salónica, un día lluvioso, encuentra a la primera persona que le ofrece una oportunidad de cumplir su deseo de vida: un niño albanés al que Alexander ayuda a pasar la frontera y al que cuenta la historia de un poeta griego que vivió desde la infancia en Italia y que, de regreso a Grecia, compraba palabras olvidadas para escribir poemas en su lengua natal. Es así que el niño, de quien Alexander se ha responsabilizado, juega a buscar palabras para vendérselas. Para el niño es sólo un entretenimiento, pero para Alexander es la respuesta a su ansia de vivir en profundidad.
Se trata de una película que reflexiona sobre el sentido de la vida, el tiempo y el amor ante la muerte próxima del protagonista, que inicia un extraño viaje donde pasado y presente se entremezclan.
“La eternidad y un día” ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1998.