El escritor Antonio Priante escribe este ensayo con un tema que aborda y aunque puede parecer espinoso y socialmente delicado: el suicidio. Y en efecto lo es. Pero no hay nada que temer, y mucho que disfrutar. En este curioso libro se describen trece vidas ejemplares que terminaron con el suicidio. A diferencia de otros libros sobre el tema este es posible que la sonrisa que se le forme al lector al principio del texto no le abandone hasta el final. Y es que el humor, a veces ácido, del autor va desactivando poco a poco aquello que la insensata frivolidad del título (paráfrasis del célebre de De Quincey) parece anunciar. En realidad estamos ante un homenaje, rendido con amor y con humor, a ciertos personajes de diversas épocas que supieron mantener su dignidad –de forma trágica, es cierto– ante el acoso de la infinita mediocridad del mundo.
Es un muy recomendable libro que encierra una novedosa concepción sobre el suicidio; en su obra, éste es tratado como una de las manifestaciones más altas del arte universal: una obra de arte que a su juicio pone al desnudo los estremecimientos del alma que conducen a la decisión fatal. Un obra que supone una buena oportunidad para acercarse a un universo por muchos proscrito, y que, a pesar de los avances tecnológicos y científicos, sigue constituyendo a día de hoy un tema tabú por cuanto nos hace enfrentarnos a lo más desconocido de nuestro ser.
Al contrario de lo que nos pueda hacer pensar el título, «Del suicidio considerado como una de las bellas artes» más que de muerte y suicidio nos habla de arte y de vida, es decir, del arte de vivir. Eso sí, si al lector el título le recuerda al de otro libro, no se equivoca, porque también encontrará, como en aquel, lugar para la sonrisa.
Sin duda, la ficticia (¿o acaso no lo es tanto?) historia de Werther de la que nos da noticia Goethe en su inmortal novela en forma de diario, en la que asistimos a los avatares de un inteligente y sensible joven que acaba con su vida al ver truncada la posibilidad de consumar su amor con la joven Lotte. Desde la publicación de la obra, en la década de 1770, los casos de suicidio que -literalmente- plagiaban las condiciones en que el protagonista daba fin a su existencia se multiplicaron, convirtiéndose así en todo un héroe romántico que encontró imitadores a lo largo y ancho de Europa. De hecho, la publicación de la novela fue prohibida en numerosos países e, incluso, tachada por algunos sectores conservadores de reaccionaria y contraria a los dictados de la moral.