Un traje de hongos pensado para que la descomposición del cadáver sea rápida y el cuerpo se funda con la tierra con el menor impacto posible sobre el Medio Ambiente. Este es el concepto de Infinity Burial Suit.
Esto, que puede parecer una locura, es lo que propone Jae Rhim, una reputada artista y diseñadora que se ha lanzado en una cruzada entre el ecologismo y la ciencia para encontrar tejidos que ayuden a hacer los entierros más sostenibles.
El traje de hongos que defiende tiene un tacto y un aspecto similar al algodón, pero cuenta con partículas de hongos que se encargan de devorar a gran velocidad los restos de nuestro cuerpo, facilitando así la descomposición del mismo.
Pero un traje de hongos… ¿para qué?
Para dejar el mínimo de restos. Poder usar trajes de hongos que ayuden a eliminar los residuos de nuestro cuerpo en el mínimo tiempo posible, junto con ahorrar las telas contaminantes, es un principio para dejar la mínima cantidad de residuos en el medio ambiente.
No cabe decir que hacerlo junto a un ataúd no tradicional, sino ecológico, o directamente sin él, ayudaría aún más a no dejar huella alguna tras nuestra muerte.
Y encima de mi…
Un árbol precioso. Ésta es la idea principal de Jae Rim, poder ayudar a crecer nueva vegetación tras nuestro deceso. Un traje de hongos no sólo descompone el cadáver, también ayuda al crecimiento de nuevas vegetaciones encima de nuestro cuerpo.
Entre dejar una pesada lápida de mármol sobre un ataúd hecho de madera no certificada, donde descansa un cuerpo maquillado con elementos tóxicos y vestidos con prendas para nada sostenibles… y un traje de hongos que ayude al nacimiento de nuevos árboles hay un arco enorme.
Un arco más ecológico, más respetuoso con el Medio Ambiente, más sostenible. Y además, se entiende como una nueva manera de entender el fin de la vida: no se acaba nada, sólo se va una ínfima parte de un ciclo realmente importante, el ciclo de la vida.