A medida que nuestro viaje vital llega a su fin “temido y esperado por todos”, como citaba el poeta Yeats, hay mucho que reflexionar.
Deberíamos asumir que uno se ha tomado el tiempo para documentar legalmente sus intenciones sobre sus bienes materiales. Que ha decidido sus donaciones a causas caritativas. E incluso que ha diseñado algo nada fácil como planificar el funeral. Muchas personas asumen que planificar el funeral es algo que requiere un esfuerzo titánico, como quién debe de pagar los impuestos o ir al dentista el mismo día, y es en cambio algo muy diferente.
Planificar el funeral adecuadamente es un regalo final para tus seres queridos
Aunque planificar el funeral puede ser algo que emocionalmente se rechace, es una tarea esencial que facilitará las cosas nuestros seres más queridos, la familia y los que nos acompañan en un momento para ellos doloroso. Por eso es interesante no esperar a que se lean nuestras voluntades en un testamento, ya que en aquel momento, la ceremonia funeraria ya se habrá celebrado y quizá, no precisamente como hubiéramos querido.
Planificar el funeral no solo nos permite diseñar una despedida que sea emotiva, digna, e incluso terapéutica. Cuando nuestra identidad se ha perdido con el cuerpo físico, permanecen los recuerdos e incluso un cuerpo al que dar un final concreto. Si ponemos nuestro mejor empeño en una boda, deberíamos ponerlo con igual ímpetu en la despedida final de nuestra brillante vida terrenal. Nuestra despedida puede también inspirar y arropar a los que pierden nuestro calor humano.
Recuerdo que cuando mi padre murió en 2012 dejó sus intenciones escritas.
Donó el cuerpo a la ciencia con lo cual no podía celebrarse la típica ceremonia en el tanatorio. Dejó escrito que quería una ceremonia religiosa, ya que era cristiano practicante. Designó un santuario de montaña acompañado sólo por sus familiares más directos, y oficiada por un viejo amigo suyo, un cura. Con él habían combatido codo con codo contra la dictadura cuando eran jóvenes. Luego se celebró una comida familiar en un pequeño pueblo rural. Era un acontecimiento triste, pero íntimamente reflejaba su inteligencia, amor, amabilidad y alegría de vivir con compromiso y responsabilidad.
El testamento vital
Otra cuestión esencial antes de la muerte, es abordar nuestra posible incapacidad para hacer frente a una determinada prescripción médica a la cual podríamos no estar de acuerdo. ¿Quién tomará las decisiones por nosotros si no estamos capacitados mentalmente? ¿Desea uno mantenerse en vida artificialmente?.
En España existen una notable documentación sobre como elaborar las llamadas “voluntades anticipadas” o “testamento vital«. En este documento la persona expresa su voluntad sobre las atenciones médicas que desea o no desea recibir caso de padecer una enfermedad irreversible o terminal que nos lleve a un estado que nos impide expresarnos por nosotros mismos. Este se incorpora al Registro de Instrucciones Previas correspondiente y a la historia clínica del paciente. En él también se especifica quién tomará nuestras decisiones en el caso que la persona moribunda no pueda hacerlo por ella misma (especialmente si hay tratamientos como el soporte vital artificial).
Es importante tener en cuenta que el registro de las últimas voluntades no podrá presentarse hasta transcurridos 15 días hábiles desde la fecha del fallecimiento y este es imprescindible sólo para saber si hay testamento.
El testamento es diferente de las últimas voluntades
Es necesario que las instrucciones de las últimas voluntades sean redactadas de la forma más detallada posible. También que sean conservadas de forma que los seres queridos conozcan su existencia e incluso se pueden repartir copias entre los familiares allegados. Este documento es muy diferente del testamento en el que fijamos la distribución de nuestros bienes y propiedades y que en España se deposita en una notaria. Actualmente, hay servicios para realizar el testamento online. Hay que recordar que de colocar las ultimas voluntades en un testamento de bienes materiales, no es aconsejable dado que pudiera darse el caso que no fuera conocido hasta mucho después de nuestra muerte. También debemos tener en cuenta que las últimas voluntades tampoco tienen nada que ver con el llamado legado solidario.
Aunque hay mucha gente que tiene aprensión a entrar en los detalles sobre que hacer con su cuerpo después de la muerte. Pero no hay que tener miedo en diseñar la planificación necesaria de nuestra ceremonia y nuestro entierro ¿Quiere uno donar sus órganos? ¿Quiere uno donar el cuerpo entero a la ciencia? ¿No quiere ser incinerado?…
El cuerpo, los órganos y la ciencia
Dada la complejidad médica que hay actualmente, especialmente en los tratamientos críticos o de cuidados paliativos donde se pueden dañar órganos, lo razonable es redactarlo de forma que la donación de órganos sea sometida a la calidad de los mismos por los facultativos. Es evidente que un cáncer de pulmón deja estos absolutamente inservibles. Si la muerte se produce en casa donde es poco probable que existan medidas de soporte vital artificial. También pues hay que valorarlo, ya que entonces hay que considerar que sólo algunos pueden ser donados post mortem.
La ceremonia según tu mismo
La elección de un entierro tradicional está lleno de posibilidades. En el caso de la póliza ecofuneral vienen por defecto que los elementos que intervienen en el sepelio sean ecológicos, o sea con un ataúd libre de barnices y con madera de proximidad o que la urna cineraria sea biodegradable. Por tanto, planificar el funeral adecuadamente también puede ayudar al planeta.
Una ceremonia incluso «más verde» y más íntima puede llevarse a cabo fuera del tanatorio si así lo decide el difunto. Incluso con las cenizas en lugar de ser con el féretro. Esto también permite alargar el plazo para celebrar la ceremonia funeraria con el fin de organizarla en un sitio menos funcional que un tanatorio. En cualquier caso, existen infinitas posibilidades y vale la pena diseñarlas. Es un ejercicio sano con la vida pues la muerte forma parte de la misma.
Es evidente que a pesar de todas las previsiones que uno pueda hacer hay que evitar que puedan darse situaciones de disputas familiares. De ahí que el diseño de la ceremonia, como parte del testamento vital puede solucionarlo. En otros países donde existe el llamado Director Funerario permite que sea un profesional quien asuma el testigo de la última voluntad. Pero en España no existe esta figura.
La sucesión
Planificar el funeral propio es quizás más importante en términos del recuerdo que dejamos que los documentos de sucesión. Esto incluyendo un testamento, poderes legales, voluntades anticipadas, un testamento vital… Cuando planificamos nuestro funeral dejamos claro que queremos que se respete nuestra última voluntad en lugar de dejar que los demás lo hagan mientras yacemos inmóviles en el interior de un ataúd. En las instrucciones escritas relativas a la ceremonia, podemos concretar al planificar el funeral tanto los textos con los que queremos que nos recuerden durante la ceremonia como cualquier otro detalle. Por ejemplo, si queremos flores o no, de qué tipo, la música o canción que queremos, etcétera.
Aunque la planificación del funeral puede ser una de las cosas más difíciles que uno tenga que hacer, es un acto final de autodeterminación. Puede que contra todo pronóstico no tenga control sobre sus últimos minutos en la Tierra ni sobre cómo vamos a ser recordados. Pero sea como sea si que podemos guiar a sus allegados en cómo queremos ser tratados y conmemorados.