Una persona no muere cuando deja de respirar sino cuando deja de ser recordada. Una afirmación cierta sobre la cual deberíamos reflexionar y que nos lleva a hacernos la pregunta ¿Cómo quiero ser recordado? Sin duda, es simple, pero requiere pensar un largo rato antes de ser contestada.
“Me gustaría que dijeran que fui buena persona, que perseguí mis sueños, que fui feliz y contagié mi pasión por la música a los demás, aunque quizás recordarán más mi susceptibilidad, mis comentarios o juicios irónicos en respuesta a hechos que considero ilógicos o irritantes. La verdad es que no somos perfectos. Dicen que los demás recuerdan de nosotros, sobre todo, cómo les hicimos sentir más que lo que les dijimos, incluso aunque fuera un improperio”, explica con cierta resignación Manuel, profesor de música ya jubilado.
¿Qué se dirá de nosotros cuando ya no estemos? ¿Qué información relevante se impondrá? Si pudiéramos verla, ¿nos gustaría o preferiríamos que fuera otra muy diferente?. Esta última opción lógicamente no es factible, pero si es cierto que tenemos a mano maneras para hacer llegar a los demás como nos gustaría ser recordados. Actualmente, podemos dar a conocer nuestra propia historia y controlar la información personal que hemos ido dejando en la red, ya sea a través de las redes sociales o en nuestro blog, si es que lo tenemos.
No podemos saber realmente que relato se impondrá, si prevalecerá nuestra huella digital dispersa en la red, con información que incluso puede no ser veraz. Quizás se impondrá la que haya construido la gente a partir de la experiencia de tratarnos y conocernos personalmente. O bien serán hechos u obras concretas las que expliquen finalmente nuestro periplo vital para la posteridad. Incluso aceptando que mucha información puede quedar fuera de nuestro control, no hay que resignarse ni dejarla en manos del azar. porque hay maneras de aportar nuestra propia visión al futuro relato de quienes un día fuimos.
Notas manuscritas o digitales
La principal vía para construir nuestro relato vivencial es compartir la información que consideramos relevante de nuestra historia con nuestra familia y amigos cercanos, también entre nuestros compañeros de trabajo, si existe una buena relación, ya que muchas veces pasamos más tiempo con ellos que con muchos de nuestros parientes.
Si tenemos una buena capacidad intelectual y física podemos dejar escrito nuestros pensamientos ya sea en forma de diario o apuntes manuscritos o digitales sobre lo qué hemos aprendido realmente y que ha sido importante en nuestra vida. También podemos recopilar nuestras vivencias en forma de notas de voz, una acción que requiere menos esfuerzo que escribir y que actualmente es fácil ya que registrar la voz está disponible en todos los móviles.
Otra opción es reunir las notas de voz en un servidor podcast, que pueda ser accesible a un reducido número de persones o bien quedar en abierto, si es de interés público; depende del tipo de contenido que queramos compartir.
Finalmente, en caso que tengamos una edad avanzada o estemos limitados físicamente, podemos pedir ayuda para que nos graven o tomen nota de nuestras ideas y pensamientos. Una opción que tiene un gran potencial, según veremos a continuación.
El relato de nuestros mayores
Ángela es la nieta mayor de María de P, una anciana entrañable con la cabeza aún muy clara y recuerdos bien frescos que está a punto de cumplir 90 años. Aprovechando que los domingos al mediodía se reúne la familia para comer, inició el ritual de sentarse con ella y animarla a que contara aspectos claves de su vida. Todas aquellas respuestas las iba recogiendo en una libreta.
No fueron unas charlas sin más. Ángela iba siguiendo unos temas previamente pensados que la ayudarían a encauzar la conversación. Por ejemplo: Lo que he aprendido de la vida es…; Aquello que tengo en más valor (actitud, amistad, etc.) es…; Si pudiera dar un consejo a los jóvenes, les diría…; Una frase que me gustaría sea recordada por mi familia o por mis mejores amigos…; Si tuviera una cajita, que cosas me gustaría llevarme conmigo más allá de la vida…; Una anécdota divertida que recuerdo…, entre otros.
De su experiencia con su abuela reconoce que “fue muy enriquecedor y mágica hablar con ella.. Mis hijos pequeños también ayudaron a poner a su bisabuela en el centro de atención de la casa, cosa que siempre agradecen las personas mayores; todos estábamos escuchando atentos a cuanto nos decía. Mientras nos relataba sus experiencias parecía que ella rejuvenecía reviviendo sus recuerdo».
«Ir apuntando todas sus respuestas me dio un momento de gran intimidad, me permitió compartir confidencias con ella. Se sintió escuchada y, sobre todo, me mostró que tenía muchas cosas que explicar. El hecho de hablar de la muerte, del final y de la posteridad, paradojalmente, nos hizo sentir muy vivas», recuerda la nieta de María del P.
Nuestra huella en Internet
Las redes sociales son muy útiles y nos ofrecen grandes posibilidades de comunicación, pero por otra parte por medio de las redes sociales podemos ser recordados por muchísimo tiempo, incluso a nuestro pesar, por hechos que en alguna ocasión quizás preferiríamos olvidar.
Un sencillo gesto como buscar nuestro nombre en Google, nos muestra como buena parte de nuestros comentarios quedan plasmados para siempre en la red. Lo mismo podemos observar con una búsqueda imágenes nuestras que circulan por la red. Más de una persona se llevará una sorpresa al hacer la búsqueda.
Para evitar sorpresas desagradables el día de mañana, una manera de evitar problemas es pensar muy bien aquello que la persona quiere compartir en las redes sociales, porque plasmar éxitos, alegrías, críticas, fracasos, frustraciones y tonterías puede quizás un día incluso llegar a avergonzarnos.
Otra recomendación a tener en cuenta es no enviar nunca fotos comprometedoras, ya sea por correo electrónico o a través de las redes sociales. Hoy en día la mensajería instantánea, por ejemplo, puede que enviemos algo que quizás deberíamos haberlo reflexionado antes. Como ya indicamos, para dejar una huella positiva la mejor opción es abrir un blog donde escribir nuestro propio punto de vista y las vivencias según nuestra visión.
Derecho al olvido digital
Si a pesar de las precauciones sigue habiendo información personal nuestra en la red que desearíamos borrar, en determinadas circunstancias nos podemos acoger al derecho al olvido, que hace referencia al derecho a vigilar y preservar del conocimiento público determinados datos o hechos que afectan a un individuo y éste no desea que sean conocidos.
El derecho al olvido no alude a Internet como medio de comunicación individual de uso restringido (email, chats, foros, Facebook…), donde por definición no se puede ejercer el derecho a la información sobre los contenidos tratados. Por el contrario, se refiere a Internet como medio de difusión libre de información con acceso público (Web’s, blog’s, buscadores…), donde sí que se ejerce un derecho a informar prestado por un sujeto con responsabilidad editorial sometido a obligaciones de veracidad.
El derecho al olvido es, por lo tanto, la manifestación de los tradicionales derechos de cancelación y oposición aplicados a los buscadores de Internet (Google, Bing, entre otros). Concretamente, se refiere al derecho a impedir la difusión de información personal a través de internet cuando su publicación no cumpla con los requisitos de adecuación y pertinencia previstos en la normativa. Incluye el derecho a limitar la difusión universal e indiscriminada de datos personales en los buscadores cuando la información sea obsoleta o ya no tenga relevancia ni interés público, aunque la publicación original sea legítima (en el caso de boletines oficiales o informaciones amparadas por las libertades de expresión o de información).
En Europa, desde 2014 los buscadores como Google tienen la obligación de eliminar de sus listas de resultados aquellos enlaces que violen ciertos derechos de un ciudadano, a petición de éste, debido a una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Cada una de estas peticiones debe valorarse de manera individual por parte de los responsables de los motores de búsqueda. Para llevar a cabo esta tarea, Google cuenta con un comité de expertos que asesora a la compañía en las cuestiones referentes al derecho al olvido.
Como respuesta a la sentència del Tribunal de Justícia de la Unió Europea Google dispone de un formulario web que avala el derecho al olvido. El formulario permite que un ciudadano pueda reclamar la retirada de enlaces del buscador que le afecten o que incluyan información inadecuada, irrelevante o excesiva en relación a los motivos por los cuales se podría iniciar un proceso judicial. Solo hace falta aportar los datos personales (DNI) y los enlaces que se quieren retirar, además de explicar que contenido se ha de retirar en cada uno de éstos. En este sentido, Google avisa que estudiará cada petición para poder decidir con el objetivo de encontrar un equilibrio entre el derecho a la intimidad y el derecho del publico a conocer y a distribuir información.
Si se rechaza la solicitud de derecho al olvido, el afectado puede iniciar acciones contra la compañía a fin de que se obligue a la misma (judicialmente o en el ámbito administrativo) a retirar la información, pudiendo reclamar indemnizaciones. En este caso, si tras haberse dirigido al buscador, este no ha contestado o la persona afectada considera que la decisión no se ha tomado de la forma adecuada, la solución está en recurrir a la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) para que pueda tutelar los propios derechos. En España, existen también agencias de protección de datos de carácter autonómico en Cataluña y en el País Vasco con un ámbito de actuación limitado a los ficheros de titularidad pública declarados por las Administraciones autonómicas y locales de estas.
Procedimientos que tramita la AEPD
La herencia digital
Está constituida por todos los bienes, derechos y obligaciones en el ámbito digital y tecnológico: Correos electrónicos y aplicaciones de mensajería instantánea; Redes sociales; Biblioteca, música y otras obras de arte, guardadas de forma digital (ebooks, imágenes protegidas con derechos de autor, spotify…); Almacenamiento de archivos en la nube; Cuentas con Bitcoin; Dinero en webs de apuestas online, entre otros.
Identidad digital
Nuestros perfiles en redes sociales y nuestras publicaciones en la red.
Porque la identidad digital no tiene porqué ser conocida por todos los herederos, en cambio, el patrimonio sí, es decir, si tenemos pertenencias digitales que tenga un valor económico, todos los herederos deben conocerlo.
Testamento digital
¿Cómo organizo mi herencia digital?
Hay que Indicar en el testamento que tenemos un determinado patrimonio digital y que queremos repartirlo entre los herederos. Por otro lado, indicaremos que tenemos una identidad digital, como por ejemplo: cuentas de correo electrónico, en redes sociales, almacenamiento en la nube.
Finalmente, designaremos un albacea digital o representante al cual se le encomendarán unas determinadas actuaciones en relación a nuestra identidad y patrimonio digital. Por ejemplo, se le otorgan poderes para cerrar perfiles en redes sociales o bien crear un perfil conmemorativo… También podemos indicar que sea el único que pueda acceder a las cuentas digitales. De esta forma, no todos los herederos accederán a todas las cuentas en redes sociales, correos electrónicos o en la nube. En este caso, sólo la persona concreta tendrá acceso e instrucciones claras para cerrar o no dichas cuentas.