Los ataúdes son uno de los componentes de un servicio funerario que más eleva su coste. No solo económico (en España un funeral cuesta unos 3.500 euros de media y el 60% del gasto se va en el féretro), sino también por la enorme huella ambiental que dejan. Como denuncia la Fundación Tierra, en España se fabrican generalmente con productos tóxicos. Y, por si fuera poco, algunos de los que se venden como ecológicos no cumplen con la normativa. Sin embargo, a las aseguradoras aún no se les ha ocurrido una solución tan sencilla como ofrecer un servicio ataúdes de alquiler.
Por eso, igual sustituir o reutilizar los féretros tradicionales es el primer ámbito funerario que hay que corregir en nuestro país para que la muerte no deje un impacto imborrable en el entorno. Opciones hay. Desde promover la comercialización de féretros fabricados con materiales biodegradables y no contaminantes, hasta plantearse si los ataúdes de alquiler pueden ser una solución más ecológica.
El uso temporal de una casa, un vehículo, e incluso prendas de ropa es una práctica común actualmente. Pero a muchas personas les echa para atrás la sola idea de alquilar un féretro para sus difuntos.
Para incineraciones y entierros
Sin embargo, no es un tema tan tabú como parece. En algunos países como Estados Unidos, es una alternativa común para los que buscan un funeral ecológico o más asequible. Así que prácticamente cada vez más funerarias ofrecen este servicio. Además, los ataúdes de alquiler son una opción viable tanto en casos de incineraciones como de entierros.
A la hora de decantarse por el alquiler de ataúdes, uno de los principales reparos es el de la higiene. En ningún caso el cadáver toca el interior del féretro, pues se coloca en una caja de madera en el interior. Este recipiente no se ve, puesto que su medida es idéntica a la del féretro. Al finalizar el servicio, la caja se saca y el ataúd está listo para ser reutilizado. Aun así, la funeraria debe desinfectarlo después de cada servicio.
Un mecanismo parecido se usa en las cremaciones. Con los ataúdes de alquiler, el difunto solo permanece dentro durante el sepelio. No es necesario cremarlo también, porque contiene un recipiente interior que es el que se convertirá en cenizas junto a la persona fallecida. Este gesto le ahorra al medioambiente unas cuantas emisiones peligrosas procedentes de las lacas del féretro tradicional, o de las piezas de zinc del interior.
Un funeral ecológico
En este sentido, el ecologismo es ya un modo de vida de cualquier sociedad progresista. Las nuevas generaciones pasan por el mundo intentando no solo no poner en peligro al planeta, sino ayudándole a sanar. De modo que los funerales ecológicos están ganando popularidad desde hace un lustro en España, y en otras partes del mundo son una opción totalmente aceptada. Ahora bien, tampoco el escenario es para tirar cohetes. Si en un país tan concienciado con la sostenibilidad como Estados Unidos tan solo un 20% de las inhumaciones emplea féretros ecológicos, ¿a los españoles qué nos queda?
Igual los ataúdes de alquiler son una excelente alternativa a medio camino entre la tradición y los futuros servicios funerarios 100% verdes. Al fin y al cabo, para fabricarlos se usan productos ineficientes para el medioambiente, pero permite utilizar el producto final una y otra vez. Se necesita mucho tiempo y recursos para construirlos, por lo que darles varias vidas en lugar de usarlos como un producto de un solo uso es una buena manera de ayudar a la Tierra.
A este respecto, tanto los féretros como las mortajas están hechos con materiales muy contaminantes. Ahora el sudario se fabrica con fibra elaborada a base de derivados del petróleo. De la misma forma, el ataúd está revestido con una cobertura interior de zinc, una barrera para que los líquidos exudados pasen al medio. Y como remate, son muchos los que suelen escoger maderas nobles, un material que conlleva la tala de árboles, así como una capa de laca o barniz con productos muy tóxicos.
Entonces, hay algunos ritos en los funerales tradicionales que se pueden eliminar para reducir costes y evitar un impacto ambiental negativo. No embalsamar, omitir bóvedas de hormigón, optar por ataúdes biodegradables y proteger el hábitat natural del lugar donde se elige realizar el entierro. Incluso a veces, el finado no desea ser inhumado en un ataúd para descansar más cerca de la tierra, si bien esto aún está expresamente prohibido en España salvo excepciones en personas musulmanas.
En definitiva, los ataúdes de alquiler pueden ser una alternativa tan válida como cualquier otra para reducir el impacto ambiental de la despedida de un ser querido. Pero para el que no le agrade la idea, existen muchas otras opciones más económicas y, sobre todo, más respetuosas con el medioambiente.