Media hora sin oxígeno, cuerpo atrapado en el minúsculo compartimento que dispone una canoa, balanceada por la fuerza que retumba bajo el aposento de una colosal cascada de uno de los ríos de aguas bravas más imponentes de Chile. Un instante eterno en donde la protagonista del inicio del primer capítulo de esta docuserie, una joven norteamericana licenciada en medicina, no recibe atención ninguna por la imposibilidad de acceso de sus compañeros al lugar infranqueable, y ella misma a posteriori declara su muerte clínica evidente. Un fallecimiento, sin embargo, lúcido, puesto que contrariamente a lo que había podido aprender en la carrera, dando espaldarazo al diagnóstico del fin del cuerpo físico que permanece incuestionable por la ciencia inmaculada, comprobó que la conciencia no acababa con la defunción de su cerebro. Cuando afortunadamente y después de un trayecto que fue una odisea para llegar al más próximo hospital en medio de la nada, los doctores titulares confirmaron su perfecta recuperación, otorgó al conocimiento público otra prueba que coincide con testigos varios y que afirma con certeza una experiencia para nada trágica. Un cambio de rumbo, eso sí, envuelto de paz, seres queridos, atmósfera relajada y al fin un hogar tan suyo que volver al río en aquel momento no le era deseable.
Fue un suceso que cambió su concepción de la existencia totalmente, y le permitió lanzarse de frente a la vida sin el miedo atávico latente, por bien que escondido y silenciado mayormente, de huir siempre por doquier al personaje de la capa negra, la capucha y la guadaña. Un ejemplo cada vez más ocurrente, que a medida que investigadores varios remueven las bases de la medicina inmaculada, pone de relieve y en el centro del debate nuevamente el misterio secular que, por gran desconocido, alguien decidió algún día de guardar en un cajón y no tocar, por no ser que esto acarreara consecuencias.
En formato de documental, con imágenes recreadas de los episodios que se narran y entrevistas a testigos múltiples y expertos de distintas áreas que refutan las cuestiones planteadas, esta serie muestra de otro lado casos muy presentes aunque poco perpetrados. Gente que contacta con espíritus, niños que describen con detalle su vida pasada y experiencias trascendentes de personas que pueden visualizar a seres desaparecidos. Todo ello para sacudir de nuevo la creencia occidental soberbia, sustentada en base a escondites y mentalidades poco abiertas, que no concibe a la muerte, como sí lo hacen una vasta mayoría de culturas ancestrales, como un mero punto y seguido, un estadio más del ciclo natural del que forma parte inseparable e inherente el ser humano.