¿El recuerdo de la muerte empieza antes de la propio fin de la vida? Jiddu Krishnamurti, en su Cuarta charla pública en Brockwood Park (1982) titulada La belleza de la muerte es parte de la vida nos instaba a reflexionar sobre que la verdadera muerte es la que se da mientras estamos vivos.
«La siguiente pregunta es, ¿podemos morir mientras vivimos? Por favor, entiendan lo que queremos decir. Estoy apegado a mi familia, a mi esposa, a mi casa, a estos preciosos muebles que acabo de comprar y estoy apegado a todo eso»
La muerte es el fin de esto. Y bien, ¿puedo vivir, vivir la vida con toda mi vitalidad y poner fin al apego, lo cual es muerte? ¿Comprenden? ¿Siguen todo esto? Estoy apegado a mi esposa, a mis hijos más que a mi cuenta bancaria, y la muerte se lleva todo esto. Mientras uno vive con una mente clara, con esa claridad, con vitalidad, terminar con el apego. De manera a vivir con la muerte todo el tiempo. ¿Entienden la belleza de esto? ¿Lo comprenden? Es decir, poner fin a todo lo acumulado psicológicamente. Por tanto, vivir y morir van juntos. ¿Comprenden lo que significa? Deseo…, ¿es eso posible?
Así que si uno lo investiga con profundidad, empieza a comprender, que la muerte es algo que no está al final de la vida, sea corta o larga, sino que la muerte es un movimiento de la vida.
La muerte está estrechamente relacionada con la vida. Y cuando hay un final, un final completo, sin motivo, entonces hay un empezar sin fin; eso es la inmortalidad. Es un estado sin tiempo. Y si temo la muerte, o sea miedo a perder, para poner fin a ese miedo, pierda ahora. ¿Entienden? En eso hay gran belleza.»
El recuerdo de la muerte, vivencial
Los recuerdos, en forma de una estampilla, de un objeto memorial, de unas cenizas dentro de una elegante urna metálica, de una joya personalizada, de una página web, de un álbum de fotografías o de testimonios, son indisociables en el ritual de la ceremonia de la muerte contemporánea.
Recordamos la muerte y el vacío que deja, pero no como parte del vivir y lo que nos ha aportado el compartir. El mejor recuerdo de la muerte es el que la Tierra atesora, que es quien realmente nos acoge en Vida y no nos olvida.
Cuando abordamos la idea de una ceremonia funeraria con criterios ecológicos, todos los aderezos habituales que conforman los funerales tradicionales quedan en entredicho si nos fijamos en la huella ecológica que dejan sobre el planeta Tierra.
En realidad, incluso la estampilla o recordatorio en cartulina hay que valorarlos en su justa medida, aún siendo el papel un recurso renovable. Podemos imaginarnos un recordatorio con papel reciclado e impreso con una impresora con tintas que no contengan materiales tóxicos. Pero la pregunta sería ¿para que entregar un «trozo de papel» que con toda seguridad quedará en el olvido que ni si quiera quizás será reciclado?
Diseño de un servicio funerario
En el diseño de un servicio funerario ecológico lo que se plantea es aportar un elemento que implique a los participantes de la ceremonia. En este sentido, por ejemplo, entregar un maceta con una planta ornamental o silvestre, da la oportunidad que los participantes luego la puedan plantar en algún lugar y dar un aspecto más ecológico al recuerdo de la muerte del fallecido.
Permitir pues que la persona que la recibe pueda ritualizar la esencia de su pensamiento hacia el difunto con un gesto beneficioso como es plantar un ser vivo vegetal. Incluso puede ser todavía más sencillo pero no menos emotivo, como puede ser entregar un pequeño sobre con semillas que luego podemos esparcir sobre la tierra para que germinen.
De hecho, algunas urnas cinerarias como la biourna incorporan precisamente la semilla de un árbol como símbolo de esta eternidad que es nuestra esencia. En la biourna la semilla aprovechará las cenizas del difunto mezcladas con un poco de sustrato natural para crecer y de este modo recordarnos al familiar difunto.
La cuestión de la memoria o el recuerdo de de la muerte en términos ecológicos es que no signifique un importante gasto energético o de materiales los cuales además son casi siempre efímeros. Un ritual ecológico de la muerte se fortalece con la componente vivencial. En este sentido, el mundo de las plantas incorpora esta vertiente vivencial y no sólo por la forma y los colores de sus flores, sino también con los aromas y esencias que desprenden ya que estos modifican nuestra comportamiento.
Pero, en el mundo actual quizás este aspecto no material es más fácil gracias a la tecnología digital disponible. En este ámbito han aparecido numerosas iniciativas que explotan las tecnologías digitales las cuales permiten diseñar recuerdos concretos con imágenes y frases. También abriendo espacios en un servidor informático donde almacenar páginas web de memoria para dejar testimonios y también compartirlos entre todas las personas relacionadas con el difunto.
Todas las funerarias ofrecen el recuerdo en formato de estampilla donde figura el nombre, la edad e incluso algún que otro dato del difunto, más una oración o frase significativa para el difunto o su familia. Parece que si uno sale de la ceremonia y no le dan nada el participante podría sentirse frustrado. Las funerarias juegan con este sentimiento para recomendar la postal de papel impresa. Sin embargo, el mejor recuerdo es aquel que nos invita a hacer un gesto. Un gesto, como puede ser enterrar una semilla sobre la tierra húmeda de un lugar querido o de grato recuerdo.
La clave de un buen recuerdo es el tiempo para crearlo
Si el mejor recuerdo es un gesto no hay duda que es esencial disponer de tiempo tanto para que este sea acordes no sólo con criterios ecológicos sino con las convicciones de la persona difunta. Para ello se precisa romper con la premura con la que se organizan las ceremonias funerarias, especialmente en España que rige una legislación anticuada.
En el caso de una persona que ha contraído una enfermedad o está en fase ya terminal, los familiares y amigos podrían reflexionar con tiempo y de este modo elegir otras opciones para escoger el mejor recuerdo como parte del vivir.
Si la muerte es súbita o inesperado o no tenemos el espacio para esta reflexión podemos contratar una ceremonia sin el cuerpo del difunto y, por tanto, tener más tiempo para prepararla. Un buen rito funerario es esencial para afrontar el duelo que sigue a toda defunción de un ser querido.
Incluso en el ámbito de los funerales más convencionales podemos contar con algún producto ecológico como una corona de flores ecológica que se compone con un rosario de tiestos de plantas ornamentales que podemos desensamblar y entregar a los asistentes y así cada planta se convierte en un recuerdo vivo.
La cuestión clave que nos planteamos en un ecofuneral es como hemos argumentado la de recordar a la muerte como parte de la vida. De ahí que insistamos en qué la experiencia o las vivencias de cada uno de los seres queridos es lo único importante. Asumir el testimonio de lo que representa la persona difunta para uno mismo es el mejor recuerdo que podemos legar. En este sentido, un blog, una pagina web memorial, nos da la mejor oportunidad para esta funcionalidad vivencial que debe tener un recuerdo de la muerte como parte de la vida.
Es evidente que la industria funeraria explota el recuerdo de la muerte como producto para vender. El de las joyas con las cenizas del difunto u otros productos parecidos están en esta linea. En una visión ecológica de los funerales, la aligerar el peso del funeral, o incluso intervenir para desmaterializar son criterios claves.
A continuación damos un repaso a algunas de las principales opciones de recordatorios que se ofrecen en el sector funerario convencional para que simplemente, sin ser una relación exhaustiva, invite a reflexionar sobre su idoneidad.
Recuerdos en la red
Las nuevas generaciones se enfrentan a una nueva visión, la de convivir con la idea del deceso como una etapa más en el ciclo vital. Las creencias religiosas se derrumban frente a los avances científicos y tecnológicos y lógicamente, las costumbres se transforman. Cada vez son más las personas que solicitan una ceremonia funeraria simple (no tanto por el coste, que también) porqué están convencidos que esta despedida del mundo material tiene que ser liviana en consumo y más creativa. Lo ilustra muy bien el film Captain fantastic.
Así que donde antes el recuerdo de la muerte se adornaba con decenas de coronas florales, ahora se llena con publicaciones y testimonios en las redes sociales. Las funerarias no son sido ajenas a estos cambios y son conscientes que las personas que fallecen tienen ya una huella digital y con presencia en el mundo Internet. Así que es lógico ofrecer un perfil digital específico para la defunción donde los allegados, familiares y amistades puedan publicar mensajes o fotos como recuerdo de la muerte. Esto es lo que permite la APP Alife diseñada por grupo funerario alicantino ASV, una aplicación para móviles cuyo objetivo es proporcionar a la familia y amigos un espacio íntimo donde compartir el recuerdo de la muerte del ser querido fallecido.
Existen otras App y servicios parecidos. Esto sin dejar de mencionar que se pueden crear páginas memoriales en blogspot por parte de familiares o amigos donde volcar sentimientos hacia la persona fallecida (1) o incluso expresarse en el caso de eventos trágicos .
Las plataformas digitales de tipo memorial, de las empresas funerarias crecen. Estas permiten que los amigos y familiares puedan disponer de un espacio público o privado donde compartir sus recuerdos en forma de fotos, textos o vídeos, escribir mensajes personales, notas de agradecimiento e incluso enviar sus condolencias de forma no presencial. Un memorial en línea es un tributo personalizado que es una forma emotiva permite reunir recuerdos del difunto y que su vida sea recordada y celebrada.
Esta opción aprovecha al máximo las posibilidades del entorno web. Un buen ejemplo en España es la de Muros del recuerdo. Esta herramienta web además permite dejar planificada la herencia de todo su legado digital y facilitar así, la entrega de documentos, mensajes, recuerdos o contenidos a otras personas. Permite establecer las últimas voluntades y facilitar información que ayude a los familiares con ciertos trámites tras el fallecimiento. Entrega si así se desea: información sobre tus seguros y coberturas, copia del testamento en PDF, qué hacer con tu cuerpo, personas a las que avisar, voluntades anticipadas y mucho más. Es decir, no solamente se trata de preservar el recuerdo de la muerte del fallecido, sino de dar facilidades a los familiares en lo que a tramitación burocrática se refiere.
Algunas funerarias ofrecen la posibilidad de escribir una nota de condolencia a través de su plataforma web y la empresa la entrega a la familia dejando así el testimonio de quien lo manda a la familia. Otras ofrecen la redacción de la biografía del difunto por parte de un cronista profesional, que permite recordar los hechos más importantes de su vida y que las futuras generaciones puedan conservar el testimonio de sus antepasados.
También se han diseñado los obituarios digitales como la plataforma Omlime la cual reúne la biografía y los recuerdos del fallecido aportados por él mismo, por familiares o por amigos. Textos, fotografías, vídeos in memóriam, cuyo contenido administra después la persona responsable de la herencia digital. En este misma linea algunas empresas ofrecen libros de condolencia personalizados para el recuerdo de la muerte del ser querido.
En una clara adaptación de las populares postales digitales para felicitar cumpleaños y otras efemérides también en el sector funerario se han introducido. La misma empresa ASV dispone del servicio «la otra esquela» que permite escribir unas líneas que recuerden a él o a ella y así mantener vivo su recuerdo. Basta con seleccionar una imagen y un texto y esta se convierte en una esquela que se puede compartir o enviar por mail.
Todas estas opciones de tipo digital, aunque su mantenimiento comporta un gasto energético en el mantenimiento de servidores, son la mejor opción en el ámbito de lo ecológico. Nos permite evitar el consumo de materias primas que además acostumbran a ser efímeras en cualquiera que sea la forma que adopten los recuerdos varios. Además la ventaja de estos recursos memoriales digitales es que son fácilmente accesibles desde cualquier terminal, ordenador portátil, tableta o teléfono móvil.
Joyas funerarias
Una de las últimas innovaciones en el mundo funerario han sido las joyas funerarias. Un recuerdo de la muerte con un notable impacto ambiental y que por supuesto de ninguna manera puede considerarse como ecológico. Para su diseño y fabricación se aprovecha algún elemento del difunto, un mechón de pelo, una pizca de cenizas o simplemente un signo de identidad como es el relieve de la huella dactilar. Todos los recuerdos basados en técnicas de joyería tienen un impacto ecológico alto en el momento de la fabricación y por supuesto en la extracción de los metales nobles (plata, oro, platino). Se puede argumentar que no es tan alto debido a que pueden tener larga duración, pero esta es una excusa. La elaboración de joyas funerarias con metales preciosos o nobles tienen un impacto ambiental intenso.
Una de las más publicitadas en el sector son los famosos diamantes funerarios que emplean (en una parte puramente simbólica de su fabricación) algo del carbono presente en las fibras capilares humanas del difunto. Estos diamantes artificiales tienen las mismas propiedades de pureza, dureza y composición que los diamantes naturales. Las empresas funerarias los venden como un gran valor ya que argumentan insertan la esencia del ser querido.
Estos diamantes, con algo de carbono del difunto, surgieron inicialmente en Suiza,y en España llegan de la mano del Instituto de Monocristales, que hacia el 2005 inicia la comercialización de los llamados biodiamantes IrisGem. En su proceso de fabricación se emplea alta tecnología con un elevado consumo energético que incorpora en su materia prima algo del carbono del difunto (que se extrae de un mechón de cabello).
El sistema consiste en extraer el carbono del pelo de la persona y tratarlo adecuadamente en un proceso que puede tardar hasta 15 semanas, desde que lo pide el cliente y hasta que lo recibe en casa. Los encargos documentan el proceso de obtención. Los estándares de calidad de estas gemas artificiales no difieren mucho de las de origen natural y los precios de los más asequibles rondan los dos mil euros, aunque pueden alcanzar los 12.000 euros, para los cristales de más quilates. El tiempo de creación de un diamante depende del color y del tamaño. El crecimiento del cristal se puede detener en 0,25 quilates o en 1 quilate, por ejemplo. Los diamantes más pequeños tardan en crecer tres o cuatro días, mientras que los más grandes de tres o cuatro semanas.
Otra modalidad son las llamadas joyas con la huella dactilar que podríamos asimilar a un «reliquiario» moderno. En este caso se labra la huella dactilar del difunto sobre oro o plata o incluso incluyendo diamantes y que incorpora la grabación de un texto personalizado por lo que se vende como un recuerdo permanente para el familiar del difunto.
Otro recuerdo del ámbito de las joyas es el caso de Omneo una pieza ornamental de diseño basada en la solidificación de las cenizas del fallecido que se convierten en un prisma de tacto suave y delicado que transmite la sensación de pureza. “Se trata de dar un descanso más digno a nuestros seres queridos y prologar su recuerdo a través de una red propia de cariño y sentido tributo”, aclaran los creadores. Con una esencia ligada al sentir de nuestra época, Esta urna de cenizas solidificadas con fino granito y ceras naturales permite guardar un recuerdo del difunto a modo de objeto memoria. Un Omneo básico cuesta sobre unos 600 euros y se fabrica una vez incinerado cuerpo cuyo coste le permite competir con el de un columbario en el que conservar la urna cineraria.
Entre las opciones para no tener que guardar todas las cenizas, existe la posibilidad de encargar cristales con cenizas incluidas. En este sentido la opción no difiere mucho en planteamiento al de las colecciones de insectos incluidas en metacrilato. Sin embargo, estos cristales con cenizas tienen un estilo propio y consiguen formas estéticas que incluyen una pizca de las cenizas del difunto. Aunque en esta opción tiene una vertiente más estética más que memorial.
Sin duda, y como última opción para en el recuerdo de la muerte, documentamos el uso de las cenizas de la cremación para crear los retratos con cenizas sobre un lienzo con el rostro del difunto pintado con las cenizas del difunto a partir de una fotografía que aporte la familia. Se trata de un recuerdo de tipo artístico y cuyo impacto ecológico es mínimo. Una buena opción, que aunque puede pensarse como poco convencional, tiene un significado singular al convertir una parte de las cenizas del difunto en una litografía al carboncillo de su retrato.
La herencia vital del ADN
Cuando un ser querido fallece y su opción es la de la cremación, se pierde toda la información genética que aquel poseía. Desaparece pues poder indagar en las causas genéticas de su muerte o identificar las alteraciones que permitirían a los descendientes de la persona fallecida descartar o confirmar la posible herencia de enfermedades.
El ADN de una persona existe antes del nacimiento, se mantiene a lo largo de toda su vida y perdura más allá de la muerte. La conservación del ADN en vida o postmortem pone fin a estas limitaciones y toma fuerza no tanto por el recuerdo emocional sino también por razones de tipo práctico (pruebas de paternidad postmortem, investigación de enfermedades, etc.). Conservar una muestra de ADN es otro recuerdo de la muerte que se suele ofrecer actualmente en el sector funerario. No es precisamente, un proceso liviano en huella ecológica, pero puede ser útil disponerla en algunos casos concretos.
Para obtener una muestra de ADN no hay que esperar a morir. Hoy disponemos de la tecnología para que todas las personas puedan conservar en su domicilio y a temperatura ambiente su código genético. Esto se logra con el procesado del ADN de la persona de una muestra de sangre que se purifica y una vez extraído el ADN se liofiliza entregándose el mismo en un tubo de cristal de unos 10 centímetros. Esta muestra liofilizada puede tener en el futuro utilidades para los familiares o incluso para la ciencia. Este opción tiene la ventaja que no hay que hacer frente a los costes que supone el almacenamiento del ADN «fresco» en un banco privado.
Hoy algunas empresas relacionadas con el sector funerario que ofrecen la conservación del ADN postmortem de la persona fallecida. Los familiares del difunto deben autorizar la extracción de una muestra del ADN del difunto antes de su entierro o cremación, en este caso a partir de una muestra del tejido muscular. Así pues además de la valiosísima información que el ADN puede revelar en muchos sentidos, las empresas funerarias argumentan que esta muestra también aporta una información de gran valor emocional y sentimental. El motivo aportado es que en la cápsula se puede conservar la identidad biológica del ser querido como recuerdo de la muerte.
En general, en esta opción la empresa funeraria dispone de un convenio con un laboratorio genético que tomará y conservará las muestras para que estén al servicio de los familiares cuando les sea necesaria. Estas muestras se crionizan y guardan por triplicado en congeladores especiales a -80°C, dentro de una cámara acorazada de lo que se llama un banco de ADN privado (1), (2) (3). En cualquier caso, si por alguna razón se considera que el ADN puede aportar alguna información para el futuro, lo mejor es disponer de una muestra cuando la persona está todavía viva.