Oskar Schell es un niño de nueve años afectado del síndrome de Asperger que pierde a su padre en los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.
Oskar es un chico muy inteligente, y su padre lo sabía. A menudo lo animaba a descubrir cosas nuevas, metas, lugares, situaciones y a tratar de resolver enigmas.
El último enigma que su padre le proporciona es la prueba de que antes la ciudad de Nueva York tenía un sexto distrito, justo al lado de Manhattan. En un flashback Thomas y Oskar juegan a lo que ellos llamaban expediciones de reconocimiento tratando de buscar información por toda la ciudad.
El juego requiere la comunicación con otras personas, algo que no es fácil para Oskar. Su padre le dice: «si las cosas fueran fáciles de encontrar, no merecería la pena buscarlas».
Todo ello no es sino la excusa que utiliza para así mostrarnos el modo en el que le afecta a un niño singular la pérdida de un ser próximo como es un padre con el que mantenía un vínculo verdaderamente especial.
Un film sobre la superación del dolor
Tan fuerte, tan cerca es la aceptación del mismo cuando el dolor secuestra nuestras vidas.
El film intenta ser también una aproximación vital a esta realidad que a veces nos pasa desapercibida que es la cantidad de personas que entran y salen en nuestras vidas. Quizás esta sea el verdadero interés del mismo en cuanto a reflexión sobre la vida y la muerte.
El guión de Tan fuerte, tan cerca busca transmitir a través de su historia los cinco estados del duelo:
- Negación
- Ira
- Negociación
- Depresión
- Aceptación.
Y ese viaje a través los diversos estados pasa por momentos emocionante y otros algo agotadores.
El abuelo en Tan fuerte, tan cerca
Constituye una pieza clave. Destaca porque nos ofrece una actuación magistral a lo largo de todo el metraje,y lo hace sin pronunciar una palabra.
El resto del reparto, incluido los grandes nombres -Tom Hanks y Sandra Bullock- quedan eclipsados por su aparición, aunque su presencia sea mínima.
El 11-S
Lamentablemente el guión de Tan fuerte, tan cerca no se adentra en el impacto emocional que causó a toda la población de la metrópolis los atentados del 11 S, y evita mostrar la esquizofrenia colectiva y las secuelas del atentado en favor de la superación personal del protagonista.
Su director, Daldry imprime en la cinta un exceso de academicismo que de todos modos destaca por la preciosista fotografía que exhibe toda la película.