Un matrimonio joven de clase media alta en el Chile moderno pierden a su hijo de 4 años ahogado en una piscina. La irreparable pérdida de este hijo llevará a la pareja a tener que enfrentarse a la separación ante las visiones dispares con las que afrontan este duelo.
La memoria del agua explora la visión del duelo a través los ojos de una hermosa mujer traductora ella, Amanda y su esposo, arquitecto, Javier cuyo feliz matrimonio se ve alterado por la pérdida de su hijo de 4 años. Amanda apenas puede mirar a Javier, cuyas facciones le recuerdan a su hijo muerto, Pedro.
Tras una inevitable separación auspiciada por Amanda, sus vidas transcurrirán por nuevas sendas. Ella reencontrando un viejo amante de juventud, Marcos. Javier, intenta mantener el amor por su ex esposa.
Es una película lenta donde las imagénes se suceden más como una narración poética que con un argumento concreto. En realidad pretende mostrarnos la sinrazón de no afrontar el duelo con la asistencia de profesionales pues este como nos muestra el final del film está abocado al desastre.
No es una cinta especialmente para reflexionar sobre el duelo sino más bien para darse cuenta que la pérdida de un hijo debe afrontarse con herramientas psicologicas pues de otro modo llevan al desastre vital. El diáogo de Amanda tras un intento lleno de simbolismo por parte de Javier lo expresa con toda claridad:
Amanda: –»Por un momento me acordé de cuando estábamos bien. cuando éramos novios. Esto es como borrarlo. Si nosotros somos felices, él no existe, el se borra del Universo y yo quiero borrarlo dos veces. Por la noche me despierto y voy hacia su cama como cuando me llamaba por las noches…Pues entonces me levanto y camino y voy y en mitad del pasillo me doy cuenta que no está y me quedo ahí, congelada, sin saber que hacer porqué él no está. No quiero volver a mi cuarto y prefiero quedarme ahí rendida para siempre, porqué se que es bueno sentir este vacio y indica que está presente…. La gente dice que está en mi corazón y no se que más estupideces… Pero querría poderme sacarme esta supuesta parte donde está para poderlo mirar nuevamente… Nadie es inocente, Pedro sí. Pedro es lo único inocente y verdadero en este mundo. Cómo quieres que piense en tí, en mí… por favor no me quites a mi hijo».
La realidad ante una pérdida es que nadie quiere olvidarla, pero también es cierto es que su poder arrebatador arrolla a su paso. Javier defiende «no nos perdamos nosotros». Dos posturas irreconciliables pero que en el tratamiento del duelo se ha demostrado que con la necesaria ayuda psicológica se puede afrontar nuevamente un destino común como pareja, aún cuando no es fácil. Un film que invita a la reflexión sobre como afrontar el duelo.